Ruta del Faedo de Ciñera

El Recorrido paso a paso

El Faedo de Ciñera es uno de esos lugares que no se visitan, se viven. Situado en la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, dentro de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga (UNESCO, 2005), este pequeño hayedo ha sido reconocido como el Bosque mejor cuidado de España (2007) y forma parte del alma de Ciñera de Gordón

La ruta, de unos 5 kilómetros ida y vuelta, comienza en la plaza de la iglesia. Desde allí, el camino avanza dejando atrás la bolera y el cementerio, donde ya se siente el rumor del Arroyo Villar, guía natural de este recorrido. El sendero es cómodo y llano, adecuado para toda la familia.

A unos dos kilómetros del inicio, aparece la bocamina, rehabilitada por los vecinos con un cariño que se nota en cada detalle. En su interior, convertida en museo, se conservan herramientas y recuerdos.

Un poco más adelante, el paisaje cambia. Se levanta la antigua escombrera, hoy restaurada y cubierta de vegetación. Desde allí, se alcanza el puente artesanal construido por algunos mineros del pueblo, que permite cruzar el arroyo para más adelante llegar a una zona de prado y calma: el merendero, con mesas de madera y sombra generosa, donde el aire huele a hierba recién cortada y a paz.

A medida que el sendero continúa, la luz se tamiza y el bosque empieza a abrazarte. Es la entrada al Faedo, un hayedo pequeño pero de belleza desbordante, donde cada árbol parece tener alma. Las hayas, crean un techo de hojas que cambia de color con las estaciones. En otoño, el bosque se tiñe de oro y cobre; en primavera, todo se vuelve verde y nuevo.

Dentro del hayedo, los carteles hablan de leyendas de y brujas buenas que habitan entre las raíces. Es fácil creerlo: el silencio es distinto, profundo, lleno de vida. En el corazón del bosque se encuentra Fagus, una haya de unos 500 años y más de 6 metros de perímetro, considerada una de las 100 más singulares de España.

Más allá, el camino se estrecha y se transforma en roca. El arroyo ha tallado durante siglos las Hoces del Villar, un desfiladero imponente que une Ciñera con Villar del Puerto. Una pasarela de madera y acero, construida en 2005, permite recorrer este tramo con seguridad, suspendidos sobre el agua. La vista desde aquí es pura emoción: cascadas, pozas y el sonido constante del agua entre las piedras, desde donde se pueden apreciar las Marmitas de Gigante, formaciones naturales creadas por la fuerza del arroyo al chocar contra la piedra caliza. En los días cálidos, el reflejo del sol sobre el agua convierte este rincón en un espectáculo de luz. Aquí muchos visitantes deciden detenerse y regresar por el mismo camino, aunque también es posible continuar hasta Valporquero o Villar del Puerto, siguiendo la senda que antaño recorrían los mineros.

De vuelta, el camino nos invita a mirar con otros ojos lo ya visto. En la zona de la escombrera, un desvío conduce al mirador del Beso, desde donde se puede contemplar el valle en toda su amplitud. Un poco más arriba, se levanta el castillete del Pozo Ibarra, símbolo del pasado industrial de Ciñera. Este conjunto fue declarado en 2011 Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Conjunto Etnográfico, en reconocimiento a su valor histórico y humano.

Desde allí, solo queda dejarse llevar cuesta abajo, hasta regresar a Ciñera de Gordón, al punto donde comenzó el viaje.

Y aunque el recorrido termine, el Faedo sigue contigo. Porque este bosque —pequeño, frágil y eterno— no solo se recorre con los pies, sino con el alma. Quien entra en él, siempre vuelve.